El encuentro comercial que inauguró el año de la cabaña fue sin dudas especial desde el comienzo. Con un ofrecimiento realmente importante en los corrales, emotivas palabras en el comienzo y sin dudas la enorme satisfacción de una historia que encuentra en este presente las fortalezas necesarias para continuar en el camino de la genética informada, y confiable.
Una historia fuerte de don Carlos Sackmann que sin dudas tuvo los mejores continuadores en Juan, Nacho, Esteban y todo el gran equipo de Casamú. Específicamente hablando de la nueva generación se los destacó en el comienzo manifestando que «estos chicos se hicieron cargo y ya hicieron 42 remates vendiendo en 14 años unos 5.000 toros de pedigree y unos 6.000 vientres», y allí el aplauso fue generalizado.
En lo referente al remate en si, mostró mucha solidez en sus manos y sus valores, con varias y reconocidas cabañas corriendo muchos de sus toros, en todas sus líneas, con un importante bloque de colorados y productos de facilidad de parto. Claramente ese sello genético que Casamú pone a consideración de sus clientes desde hace tantos años. Y todos estaban dispuestos a pujar.
Con los presentes a pleno y los teléfonos a full, la agilidad se hizo presente de la mano de la confianza ya que siempre hubo manos arriba para que cada toro tuviera su oferta con muy pocas obligaciones.
Para destacar el máximo para los toros fue para un colorado hijo del Rumi alcanzó los 32 millones de pesos y se lo llevó un viejo cliente de la cabaña como la colega tresarroyense Arandú de la familia Vizzolini. Muy cerca del máximo aparecieron el CIIADO y CIALE con compras en 29 y 30 millones de pesos.
Con Marcos Achaval y Juan Arrix alternando en el martillo, con argumentos comerciales de sobra, se fueron colocando uno a uno los toros en un mercado liberal pero sabiendo la consistencia de semejante embrete. Solo un corte de luz fue capaz de parar semejante agilidad.
Tras una decisión empresarial de dejar un campo alquilado, nuevamente la venta de vientres de pedigree fue importante. Allí gran parte de «el corazón de la fabrica de Casamú» se puso a consideración de las cabañas y criadores que sin dudas valoraron semejante ofrecimiento.
A la hora de los vientres las cosas no cambiaron, sobre todo por compras que fueron muy puntuales de principio a fin, pero que mantuvo al evento comercial con la misma solidez del comienzo; sin dudas cada lote "a campo" expresó un cúmulo de virtudes productivas. Primero las paridas con sus terneros ya inscritos y abiertas, y preñadas con parición noviembre que también tuvieron sus manos. En definitiva, tremenda genética con datos que irán a multiplicar el gen «Casamú» a distintos puntos del país.
Solidez, la que tanto se busca en cada rodeo tratando de lograr «poblaciones», la que Casamu supo construir y hoy disfruta en cada venta..

INFORME : DAMIAN HINDING - WWW.CAMPOTOTALWEB.COM.AR

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